
Esta foto se ve muy mal robada desde el celular. Pero se ciñe a la historia del fotógrafo que pasa en bicicleta y ofrece sus servicios para que me dividan la cabezota al medio y anuden los hemisferios con elástico de calzón.
Lloré mucho y me refregaron la cara con agua fría. Aquí no se percibe, pero en el original se ven los ojos achinados y húmedos.
Yo no lo sabía, pero esta imagen sería uno de los tesoros en la memoria de mi madre.
El lunes pasado me tocó cambio de guardia con Inesa.
Quedamos solas con Elénica, caminando despacito, bailando, comiendo vainillas y chiflando a los gansos.
Cuando volvemos del paseo, se detiene a mirar la foto en el pasillo. Ahí nomás se le antojó un grito:
_ Haydéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee _ así de largo.
Luego silencio y mirada traviesa.
Ultimamente algunos recuerdos regresan y esto le comentaba a Norma, la señora que la cuidó hasta el año pasado junto a mi hermana.
_ Cuando empezó la enfermedad todos los días pasaba por la foto esa y me contaba cosas de vos. Ya cuando estaba perdida; un día la encuentro en el fondo, escondiendo el cuadro entre unos yuyos. Y yo le dije: Qué hacés Elenita? entonces tu madre me contestó: Shh… callate que estoy guardando a mi nena para que no se me pierda nunca más.
Parece que Elenita me encontró.